Palabras a
Gertrudis
Con la
humildad que la caracteriza llegó un día como Asistente de Párvulos y participa
junto a la Educadora de la época (Carmen Luz Ledezma Ocares) en la creación del primer curso de parvularios
en la historia de la escuela, no conforme con aquello y en su afán de
superación logra titularse como Profesora de Educación Básica, encontrando en
esta actividad una rica veta para canalizar sus aptitudes y habilidades,
logrando el reconocimiento de padres, apoderados, alumnos y profesores por los
éxitos que va acumulando en su carrera funcionaria.
Trabajadora
incansable que va dejando su vida en las aulas en pro de sus convicciones y
contra las barreras que le pone cada día la sociedad a su accionar de maestra.
La salud se deteriora pero no es motivo para cejar en su empeño de ser cada día
mejor.
Es que la
escuela tiene esa atracción que envuelve y apasiona y Gertrudis asume en
consecuencia, nada deja al azar en una búsqueda interminable de un
perfeccionismo que no existe pero que de igual manera invita a ser mejores y nos
embarcamos en perfeccionamientos, cursos, seminarios, postítulos, hasta
evaluaciones docentes con portafolios
interminables y duros.
Ni siquiera
requiere de reconocimientos, le basta un abrazo y un beso de compañeros
agradecidos de haber tenido la oportunidad de compartir por tantos años, amigos
que van aquilatando sus experiencias para replicar después cuando les toque
vivir situaciones similares.
Confiesa su
dolor frente a las tecnologías, a pesar que no le hablan mucho igual se la juega
por ponerse a tono con los tiempos y enfrenta LMC, Galyleo, Escuela Digital, y
aunque parece rendirse, su interior la impulsa a asumir estos desafíos como
cosa nueva y más aún le asigna la importancia que tienen en las nuevas y viejas
formas de hacer educación.
En esa
carrera interminable de quehaceres se nos acaba el tiempo y sin darnos cuenta,
hemos quemado otra etapa de nuestra vidas, entonces acogerse a jubilación,
dejar la docencia no significa el fin de nada, sino el comienzo de otra vida,
en otros derroteros que al igual que este, tendrá que aprender y enfrentar con
la misma entereza y entusiasmo por el aprendizaje de nuevas formas donde estén
presentes sus desafíos laborales, la familia, sus amigos, su iglesia y levantar
la cabeza y decir.. ahí vamos de nuevo Gertrudis…..
Desde el
fondo de nuestros corazones agradecemos lo que significó tu presencia en
nuestros destinos, estamos convencidos que será difícil reemplazar lo vivido,
pero la vida sigue y has sido parte importante de la historia de la escuela
Manuel Orella.
Gracias
Gertrudis, te deseamos un mundo pleno de felicidades en lo que decidas hacer,
ofrecemos nuestros más sinceros deseos de colaboración y siempre nos tendrás
dispuestos en la hora que nos requieras.
Una y mil
veces gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario